martes, 29 de octubre de 2013

Parar el tiempo de nuevo

Vuestras lecturas, comentarios, reflexiones, llamadas y agradecimientos en general, me animan mucho a mantener vivo este Blog. He decidido, puntualmente, suplir la falta de inspiración (y de tiempo) rescatando algunos viejos poemas, canciones, escritos, pensamientos...justo cuando las musas desaparezcan. Con motivo de la entrada anterior recordé que hace años escribí un poema con ese mismo y recurrente título: "Parar el tiempo". Nada original, por otra parte, si atendemos a la obsesión humana por detener de un modo u otro nuestros relojes vitales. 

Me ha servido para desempolvar viejas carpetas, rebuscar entre amarillentos manuscritos, ojear folios mecanografiados hace ya casi 20 años, tratar, en vano, de recordar las emociones que me llevaron a aquellas escrituras...y por fin encontrar el poema que estaba buscando y que ahora comparto con vosotros. Es la poesía la que me ha traído hasta aquí y me encanta contribuir a la nueva era digital donde las cosas se comparten sin más, sin esperar nada a cambio. Trueque emocional.


Parar el tiempo:

Hoy la mañana es triste,
el verbo llora.
Y lloran los libros, con sus lágrimas de letras,
bajando lentamente por la tez enrojecida
de cada página. 

Llora mi madre, apoyada la cara
en su mano, que es mi orilla también,
y el murmullo de gentes y mañana soleada
llora igualmente a través del cristal,
marco de historias.

Sigo siendo la ciudad y su aire,
la mirada a lo lejos,
la paz serena y vestida
de quien no mide el tiempo.
Ayer se fue el tiempo,
definitivamente,
y el "jamás" de los enamorados
voló con él.
Se fue la muerte, el pasado gigante,
y ya no quedan segundos para mí,
tú me los robaste
uno a uno,
y yo fui yéndome con ellos
de forma perentoria
porque, al igual que todos,
yo también era tiempo.

¿Saben las horas cuánto duran?
¿Sabe acaso el ayer su pretérito significado
más allá del trágico adverbio que es? 

Llevo en la mano un río
que no atiende a nombres ni apellidos,
tan solo a la cadencia de su mundo
estrecho, diáfano, fugaz.

Los días trascienden con los sueños,
encajando como piezas de puzzle de un gran juego.
Si pudiera, al menos, ser
una de esas piezas...
ausentes de duración, de leyes,
difuso entre páginas azules del futuro,
atemporadas.

Ignorante, inmóvil, anual,
yo ya no temo,
porque soy inmóvil.
Yo antes era tiempo
y ahora soy,
simplemente,
su estatua.




domingo, 6 de octubre de 2013

Parar el tiempo

No han sido más de 3 minutos, pero lo he conseguido: Acabo de parar el tiempo. 

Ha sido un domingo ajetreado:  haciendo comidas, promoviendo siempre el orden en la casa (quimera de la familia numerosa), limpiando variados y múltiples elementos domésticos, corrigiendo exámenes, eliminando plastilinas ubicuas por todos los rincones, volviendo a ordenar, escondiendo las tijeras que en manos de nuestras hijas sólo saben transformar folios sucios en pequeñísimos fragmentos que se esparcen por doquier y son imposibles de recoger, duchando nenas, haciendo cenas, preparando mochilas y volviendo a recoger una vez más. Pero me siento un vencedor, he conseguido parar el tiempo, detener por 3 minutos la fugacidad de nuestras vidas y tomar consciencia una vez más de las cosas importantes. 

Hay una búsqueda constante en mi interior de un equilibrio justo entre el inexorable paso del tiempo, la velocidad de occidente y la plena consciencia de uno mismo, encontrar la vitalidad en la pausa. Despojar la vida de múltiples accesorios futiles que hemos convertido en necesidades inventadas y que nos arrastran hacia el final del día sin darnos el respiro de la nada. En pocos momentos ocurre nada. De un tiempo a esta parte me he propuesto tirar lastre, decir no, vaciar mi vida de horarios para llenarla de tiempo.

Ha sido al acostar a mi hija Cloe: reventada al final de un día más, con la garganta hecha trizas, me ha pedido que me quedara a su lado mientras ella abandonaba la realidad de este mundo y comenzaba a habitar el de los sueños. "Acariciame"- me ha dicho en su limbo transitorio, y yo, que soy un padre obediente, lo he hecho. Y mientras dejaba deslizar mis manos entre sus cabellos recién suavizados por el acondicionador del Mercadona, he dicho no a mi mundo, he dicho no a mis pensamientos, he mandado a tomar viento a mis preocupaciones absurdas, he dicho no a las obligaciones infundadas y he decidido simplemente estar ahí. Un gesto tan simple, una caricia, ha provocado una leve sonrisa ya dentro de su sueño, y toda mi insignificancia cósmica se ha volatilizado en ese instante y la dependencia filial me ha hecho sentirme importante. Mi vida ya no es solo mía, y ese altruismo paternal que se agiganta con los días, me encanta.

Hace unos días leí sobre Matt Killingsworth y Dan Gilbert, dos psicólogos de la universidad de Harvard que han llevado a cabo un estudio sobre la felicidad cotidiana. Por lo visto casi la mitad de nuestros pensamientos no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo. Lo curioso es que el estudio revela que realmente somos mucho más felices cuando nuestros pensamientos y nuestras acciones coinciden. Han comprobado que te hace más feliz fregar los platos pensando en lo que estás haciendo que fregar los platos pensando en un viaje al caribe, unas vacaciones eternas o que te toca la lotería. Y yo, que creo que el método científico es lo mejor que se ha inventado para aproximarnos a la realidad, me he puesto manos a la obra. De momento no he encontrado la felicidad plena lavándome los dientes, cambiándole el pañal a Elsa, vistiéndome, haciendo la comida o la cama pero al menos existe una curiosa transformación en esos actos diarios y los problemas y dificultades desaparecen por momentos. Os invito a probar esta sencilla técnica que tiene su base en el Carpe Diem del sabio Horacio.

Mi hija se durmió profundamente, con la sonrisa relajada, lejos de las pesadillas de otras noches, sintiéndose querida y protegida por mi presencia y mi mano. Yo vencí al tiempo por unos minutos, justo antes de volver a enfrascarme en mi vida. Mientras la acariciaba la he mirado con intención de alcanzar su pureza  y su serenidad me ha conmovido. Lejos de guerras, crisis y mentiras, con la maldad aún por descubrir, la paz serena y dormida de quien no mide el tiempo, viviendo los instintos de su vida. La poesía está esperando que podamos detener nuestro tiempo para mirarla cara a cara, rescatarla de su mutismo. Este Blog me está dando de nuevo la oportunidad de reencontrarme con ella.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El Viaje

Hace ya casi 10 años, cuando empezábamos ya a ser habituales en nuestras vidas, le escribí esta canción a Ingrid, que ilustra muy bien aquella transición mía entre la soledad que elegí para aquellos tiempos y la tensión que me creaba el no poder evitar enamorarme. En ese lío andaba yo cuando la grabé. Recuerdo que había vuelto un tiempo con mis padres, que había girado el rumbo de mi vida hacia el mundo social y educativo y que justo en ese momento, la casa estaba en obras. Vivimos alquilados un tiempo en otro lugar donde apenas pude llevar mis instrumentos. De modo que la grabé con un cavaquinho (pequeña guitarrita de 4 cuerdas metálicas utilizada en la música brasileña), contrabajo, un organito y el micro del ordenador. recurrí al ostinato del cavaquinho como base sobre la que ir construyendo la canción, por eso siempre está de fondo. En aquella época disfrutábamos mucho escuchándola juntos, cuando aún no teníamos ni idea de lo que queríamos, sobretodo yo. Si pincháis sobre el título de la canción podréis escucharla.



Tantas cenas para recordar
mi sofá ya está en tu casa.
Los mensajes para no borrar
a las tres de la mañana.

Una música suena
cerca de mi memoria,
es locura transitoria
que me arrastra y que me eleva.

Tantos sueños para compartir,
la ilusión te pone guapa.
Los domingos vuelven a existir
y sus noches son más largas.

Una estrella me alumbra
si las velas se me apagan,
es la luz de tu mirada,
verde fuego, verde luna.

Anda, dime, no quiero insistir
te delata tu mirada.
¡¿Cómo contra voy a resistir?!
Lo mejor es que no vaya.

Todas las alarmas suenan,
toda la razón se calma,
cuando el corazón se ensancha
es bienvenida la pena.

Un secreto que me hace feliz,
ten cuidado con mis llagas.
¡¡Para, para, para, que te veo venir!!
¡Sigue, sigue, que me matas!

Una música suena
cerca de tu ventana,
se esconde bajo tu cama
la libertad, la libertad con que sueñas.

Una reina y un pobre de mí
que no aprende nunca nada.
Un payaso con su cicatriz
y una dama que le salva.

Esta música guarda
la esencia de nuestra historia,
cuando más nadie nos oiga
nos pondremos a escucharla.


Un futuro que no tiene fin.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Maratonianos

Que conste que en lo deportivo no me considero maratoniano, tan solo he terminado 2 maratones, que es bien distinto. Y si vierais cómo terminé la última coincidiríamos en que no tiene un mérito enorme. Soy un perfecto intruso en este mundo de mercenarios de los kilómetros. Pero me encuentro cómodo entre ellos y les admiro, sobretodo su voluntad. Para mí el deporte es una excusa social que me ayuda a cuidarme y sentirme bien.

Correr 2 veces la maratón de Sevilla me ha enseñado algunas cosas: 
  • Si no entrenas lo suficiente lo pasas mal al final, el famoso muro pasará factura.
  • La larga distancia pone a cada uno en su sitio.
  • El sobrepeso es un pésimo aliado.
  • No hay que ser Superman para terminarla, aunque sí para hacer un buen crono.
  • Lo más duro es, sin duda, el entrenamiento: constante, programado, metódico, progresivo e inamovible, nada que ver conmigo. Pero es sobretodo incómodo para el resto de la familia.
  • Mejor no subir ni bajar muchas escaleras el día después.
  • Lo más difícil es mantener una constancia hasta el final para poder llegar medianamente entero.
Este último punto es el más interesante y aplicable a cualquier tipo de propósito vital. Correr largas distancias te lo enseña una y otra vez. Es algo que Ingrid y yo creemos tener meridianamente claro en nuestra vida marital. Y así vamos funcionando, sin quemar todas las reservas de golpe, sin que estalle el volcán y nos reviente, sin fundirnos el amor hasta empacharnos, regándonos lentamente cada día la serena silueta de un cariño y respeto mutuo que para nosotros es sagrado. 

Somos más de susurros que de gritos (aunque a veces también gritemos), más de sugerencias que de evidencias (aunque a mí me encante ir en pelotas por mi casa), más de sonrisas que de carcajadas (aunque no rehuimos al descojone), mas de Beatles que de Rollings, más de mochila que de hotel (aunque los baños y los desayunos hoteleros nos pirran...), más de mac que de pc, más maratonianos que velocistas.

Buscamos en lo banal puntos de encuentro que nos ayudan a sentirnos en lo profundo y a fuego lento vamos puliendo una convivencia llena de pequeñas perlas cotidianas que nos mantiene juntos en la ilusión. Que bonita palabra esa, ilusión, y lo que cuesta reinventarla (¡solo escribirla me ilusiona!). A nosotros nos basta con un capítulo de The Killing, una tarrina de Häagen-Dazs (caramel biscuit & cream speculoos, ¡probadla!), un album de Fotoprix, unas fajitas o pizzas caseras, una sesión de aire de Sevilla o un abrazo en el momento justo para estar requeteilusionados y sentirnos perdices. 

Invito a quien le apetezca a que comparta en los comentarios a esta entrada las "joyas" particulares de su día a día, esos pequeños actos sublimes con que lográis reactivar vuestras propias ilusiones, aunque sean superfluos y pasajeros, instantáneas de vuestras vidas que os reporten buenas dosis de alegría, individuales o de pareja. Nos encantará leeros y nos ayudará también a sentiros, entenderos y estar más cerca de cada uno de vosotros. Porque seguro que si estás leyendo esto es que existe un vínculo importante entre nosotros que queremos refrescar. Sin duda una parte del éxito de una pareja reside en su entorno social (o la ausencia de él) y en cómo lo gestione cada uno.




domingo, 25 de agosto de 2013

Marciac



Marciac tiene un aire diferente. Formando parte de sus moléculas de aire se han colado para siempre algunas notas musicales interpretadas por alguno de los mejores artistas de Jazz de la historia. Y cada vez que uno respira asume el respeto de cada una de esas notas. "The jazziest city of the world" dijo el otro día Eric Reed entre standards y aplausos, mientras yo sentía nuevamente el privilegio de estar allí, mi primera vez en L'Astrada, un teatro con un sonido increíble . Ese pueblito me hace feliz y no se explicar bien por qué. Más allá de la música, los conciertos y un potentísimo cartel, el entorno rural, los maizales que rodean el pueblo y un espíritu bohemio tienen un efecto serenante en el alma. Siempre que me marcho recupero la triste sensación que de niño me paralizaba al final de un campamento: Despedidas, llantos y la vida que sigue en tu ciudad. Las cartas trataban de amarrar algunas de las emociones que me unieron durante unos cuantos días a nuevos amigos, pero que el tiempo convirtió lentamente en agua entre las manos, y el inevitable olvido llegó. Los recuerdos quedan. Cada vez que digo adiós a Marciac una poderosa saudade se apodera de mi. 






Me gusta descubrir nuevos músicos, saco entradas al azar, como en ese ejercicio escolar de confianza plena en que uno se deja caer con los ojos vendados para que otro le sostenga. Confío ciegamente en su cartel y es así como voy regenerando mi paupérrima cultura jazzística y musical. Miro el calendario y los días que nos pillan más o menos de paso por la frontera serán los días de conciertos. Forma parte de nuestra reciente historia familiar en la que hemos cambiado viajes transatlánticos y de aventuras por otros más cercanos y tranquilos, intercambiado casas con nuestros países vecinos para evitar kilómetros a las niñas. Es así como a lo largo de estos años, desde que Nora nació, he podido descubrir y redescubrir a artistas como Angelique Kidjo, Kyle Eastwood, Marcus Miller, Avishai Cohen,  Roberto Fonseca o Lionel Louéké. Después de este gran empacho musical mis oídos necesitan una buena siesta sonora para regenerar bien las conexiones auditivas. Os invito a pinchar estos enlaces y descubrir cuanto talento desconocido hay repartido por el mundo.

Los dos últimos años me llevé a Nora a algunos de los conciertos nocturnos y el primer día Angelique Kidjo subió al escenario a todos los niños que quisieran, de modo que fue muy especial poder subir con ella y disfrutar junto a su banda ante 15.000 espectadores. Nora, por supuesto, emocionada pero paralizada.

La música es una parte importante de mi vida y, por tanto, también de la nuestra. Siempre la he querido presente en nuestra cotidianidad, hasta el punto de tener una habitación innegociable llena de instrumentos, preparada y afinada para la visita de mis amigos más musicales, vivir la alegría de la música desde dentro. Justo al nacer Nora le monté un grupo, "Sonora", un juego de palabras con su nombre y el sonido de la bossa nova. El grupo lleva tantos ensayos como años, es decir unos 6 pero lo increíble es que seguimos igual de ilusionados. La idea original era que Nora creciese con su propio grupo y cuando le alcanzara la voz ser la vocalista. ¿Romántico verdad? A mi me encanta. Cuando fueron naciendo las otras el grupo futuro se fue ampliando. Me temo que no cabremos todos en esa habitación. Mientras crecen seguimos nuestro ritmo lento de ensayo anual y cada vez que nos reunimos volvemos a ensayar las mismas. Una vez más nos proponemos avanzar este año. No tenemos ninguna prisa. Los marroquís dicen: "Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo". Yo trato de no llevarlos puestos. 


Si algún verano tenéis oportunidad de pasar por este pueblito algún día de la primera quincena de Agosto, no lo dudéis, hacedlo. Es probable que allí nos encontremos. Mientras tanto ahí va su página www.jazzinmarciac.com/ para que vayáis saboreando cualquiera de las maravillas que contiene. Pero mejor que yo todo esto lo cuenta la mismísima Nora...








jueves, 8 de agosto de 2013

La soledad

Hoy es mi cumple. Escribe Andrés, obvio ya que supongo que el 99'9% de los lectores nos conocéis. 38 años. Vacaciones en Francia. Vamos a nuestro ritmo, sin prisas, improvisamos, acogemos, cambiamos tan rápido cómo la meteorología. Hoy teníamos previsto visitar de nuevo Lyon. Igual que ayer. En ambos casos abortamos. La intensa lluvia de estos dos días ha condicionado nuestros planes. No nos importa en absoluto. Para esta mañana de mi cumple elegí la soledad. Igual que hice con el aburrimiento, la reivindico como un bien injustamente maltratado por muchos. A mí me gusta buscarla, forzarla. Quiero que me acompañe. Eso sí, siempre escogida, la involuntaria se me antoja triste. No hay música sin silencio, ni luz sin oscuridad. Acostumbrado a la actividad incesante de las niñas, al sonido ubicuo de vocecillas agudas que nos buscan, la soledad es un remanso de paz en el camino que permite hablar con uno mismo. O simplemente decidir perder el tiempo. Simplemente estar. Ser. Hay que llevarse bien y buscar momentos para reconciliar la voz interior con la que los demás oyen. Si yo fuera un acompañante perenne ahora mismo no podría echar de menos al resto de mi familia. Y lo hago. Siempre me he sentido especial el día de mi cumple (valorar el día que uno vino al mundo no debe ser algo que pase inadvertido) y, a pesar de que la fecha es fatal para celebrarlo a lo grande con muchos amigos y familiares, me encanta compartirlo con quienes tenga cerca. En mi casa siempre se celebraron los cumples dándole el lugar sagrado que se merecían en el calendario. Yo lo agradezco mucho y por supuesto pienso perpetuar dicha tradición. No es para menos. Cada mililitro de semen contiene unos 100 millones de espermatozoides. La probabilidad de que el nuestro fuera el que fecundara el óvulo de mamá era de 1 entre 300.000.000. La probabilidad de que te toque la lotería nacional, en el sorteo de los jueves, es de 1 entre 600.000. Y estamos aquí. Qué menos que celebrarlo una vez al año. La soledad supone momentos creativos con uno mismo; supone descansar cualquier tipo de máscara social (todos tenemos alguna); supone querer más al otro desde el momento que uno sabe aceptarse más y mejor a sí mismo. La soledad es un ejercicio de madurez y serenidad que yo quiero aprovechar para seguir redescubriéndome y así poder acceder a los demás; al otro. Esta tarde habrá tarta, cánticos y piñata. Chuches, velas y regalos. Pero para la mañana escogí la soledad y creo que me está sentando bien. Ambos (Ingrid y yo) tenemos claro que en nuestras circunstancias (trabajamos en el mismo colegio y compartimos tiempos de ocio, amigos, cuenta bancaria, familia, viajes...) la búsqueda de espacios y tiempos individuales serán pasaporte para vernos viejitos juntos. Hoy la protagonista es justo la que nunca puede acompañarnos, la soledad. Fijaos: al menos me ha permitido conectar este ratito con vosotros y eso ya es mucho. Familia y amigos, mis mejores regalos, sin duda. 

sábado, 3 de agosto de 2013

Intercambio de casas

Estamos encantados de haber descubierto y confiado en esta nueva modalidad de viaje. Por fin hemos rescatado algo que echábamos de menos y que solíamos hacer en nuestra infancia. Algo que en el fragor de la batalla diaria uno nunca encuentra ni por asomo. Nos hemos reencontrado con el aburrimiento, ese estado tan denostado que tanto bien hace a la mente. Bien entendido, para nosotros es una manera fabulosa de combatir el estres y lejos del tedio del insoportable verano sevillano, limpia, regenera, purifica y descansa nuestro cuerpecito agotado por el año. Adoramos nuestro trabajo (profesor y orientadora en un colegio de un pueblo cercano a Sevilla) pero la implicación que exige agota.

Por otro lado la furgoneta camper que teníamos se nos quedó chica cuando Elsa, la menor de nuestras hijas, nació. Así que la vendimos y a partir de ahí nos metimos en www.intercambiocasas.com. Desde entonces este es nuestro tercer intercambio y la experiencia está siendo maravillosa. La única pega: nos preocupa el calor sofocante que quien visita nuestra casa va a soportar en los meses de verano. Por lo demás, se trata de una opción con múltiples ventajas, una vuelta al trueque de antaño, lejos de los modelos consumistas, hipermasificados y turísticos que las agencias tratan de vender. Una manera de conocer la realidad de la zona visitada desde dentro, basada en la confianza y la generosidad mutua que tanta falta nos hace en la sociedad que vivimos. Nadie mejor que los habitantes de una casa para descubrirte los rincones más secretos y auténticos de su región, los pueblos más hermosos y los supermercados más cercanos. Mirad que casita tan linda en la que estamos ahora:



En el preciso instante en que escribo estas líneas oigo la chicharra cantando en el jardín (¿o debo decir bosque?), 2 de mis niñas duermen la siesta (si, aquí existe, juegan tanto que acaban reventadas), Ingrid y Cloe han ido al super a hacer unas compras para la cena de esta noche pues llega mi hermana y su familia a pasar unos días con nosotros (¡¡yupi, los primos!!). Me encanta la opción de quedar con familia y amigos de mi ciudad fuera de ella, sin citas, sin compromisos, sin trabajo, solo con nosotros y nosotros mismos. Ahí solemos reencontrarnos, aburrirnos juntos y dejar que el tiempo y el espacio nos lleven a conversaciones y situaciones relajadas y divertidas que normalmente no solemos tener ocasión de vivir. Nuestras niñas jugando con sus caras y sus manos:




Hemos descubierto otro tesoro en medio de este jardín-bosque: Una cama elástica para saltar y saltar hasta agotar energías. ¡Estamos exhaustas!


Y  luego, una vez más, nosotros, la pareja: descubrir una nueva casa juntos, después de pasar meses pensando en este viaje, vaivenes de correos plurilingües con nuestros intercambiadores, abrir la puerta y descubrir habitaciones, cocina, salones y pasillos, el jardín y la piscina, la temperatura, los vecinos...todo nos une. Vivir emociones encontradas juntos nos acerca y nos permite ir creando nuevas ilusiones comunes, hablar de viajes, soñar con otros países y oportunidades de ir acercándonos el mundo. Ambos tenemos ansias de gente y mundo. Aquí el tiempo es nuestro y de nosotros con las niñas. Paseamos de la mano por parques ecuestres, dormimos con la brisa francesa cruzándonos la cara, disfrutamos con la gastronomía local, chapurreamos nuevos idiomas, nos tumbamos al sol y disfrutamos, el ritmo vital se calma, no planificamos, no hay horarios, nos relajamos y los desayunos se vuelven maravillosos. En ellos el sol dibuja en la mesa curiosos jeroglíficos al atravesar las rejas de las ventanas, tostamos cruasanes que untamos con mantequilla local y mermelada que nuestros invitantes manufacturan, la prisa no existe y la familia disfruta con una plenitud insospechada. En contra de lo que suele suceder, es incluso mejor de lo que habíamos imaginado. 

miércoles, 31 de julio de 2013

Abriendo un Blog

Feliz y sorprendido al mismo tiempo. Meto en el todopoderoso Google la expresión, "Pareja sostenible", y no aparece ninguna entrada con esa conjunción de palabras. ¡Vaya!, me digo, soy el único hispanoparlante que aplica el término sostenibilidad a la pareja. Buen comienzo para el Blog. Parece increíble que en un momento en que casi todo es "sostenible" (desarrollo, economía, turismo, política...) a nadie se le haya ocurrido aplicarlo a su pareja.

Las estadísticas son arrolladoras: más de la mitad (bastante más) de las parejas que se casan terminarán en divorcio. Vaya por delante que ambos tenemos inclinaciones laicas y que para nosotros el modelo de familia no es algo inamovible, ortodoxo y estático: es el que cada uno construya día a día en su convivencia con las personas que más quiera.

Este Blog no pretende servir de manual de autoayuda a parejas en crisis, tan solo pretende dibujar y compartir una serie de ideas fragmentadas que a nosotros nos sirven para seguir manteniendo la ilusión y las ganas de convivir mutuamente y en familia. Nos encanta. Lo que pueda servirnos a nosotros a otros puede resultarles fatal, personalidades hay miles. Solo queremos compartir. No construir un decálogo, no sentar cátedra, no a la verdad absoluta. Nuestro particular universo se nutre del respeto mutuo y la tecnología del Blog nos permite la acción poética de universalizar nuestra relación. Nos basamos más en la práctica que en la teoría (no somos profesionales de la pareja, ni del coaching, ni nada por el estilo) y en construir aquello que nos gusta. Así, un día tuvimos el sueño de tener hijos y educarlos. Hoy tenemos 3 niñas increíbles y estamos la mar de entretenidos. Nora (5 años), Cloe (4) y Elsa (2) se han convertido en un poderoso motor de alegría e ilusión. Pero no son los únicos, tenemos claro que antes de ellas ya estábamos Ingrid y Andrés, la pareja y que la felicidad de nuestras hijas debe pasar, inexorablemente, por la nuestra. Las hemos incorporado a nuestras vidas pero no renunciamos a nuestros sueños, a nuestros viajes, nuestros ratos ni a nuestros amigos. Ese ha sido nuestro primer gran acierto. Ahí vamos. Ojalá consigamos también no renunciar al tiempo necesario para mantener viva la llama del A...blog. Sed todos bienvenidos.