sábado, 7 de septiembre de 2013

El Viaje

Hace ya casi 10 años, cuando empezábamos ya a ser habituales en nuestras vidas, le escribí esta canción a Ingrid, que ilustra muy bien aquella transición mía entre la soledad que elegí para aquellos tiempos y la tensión que me creaba el no poder evitar enamorarme. En ese lío andaba yo cuando la grabé. Recuerdo que había vuelto un tiempo con mis padres, que había girado el rumbo de mi vida hacia el mundo social y educativo y que justo en ese momento, la casa estaba en obras. Vivimos alquilados un tiempo en otro lugar donde apenas pude llevar mis instrumentos. De modo que la grabé con un cavaquinho (pequeña guitarrita de 4 cuerdas metálicas utilizada en la música brasileña), contrabajo, un organito y el micro del ordenador. recurrí al ostinato del cavaquinho como base sobre la que ir construyendo la canción, por eso siempre está de fondo. En aquella época disfrutábamos mucho escuchándola juntos, cuando aún no teníamos ni idea de lo que queríamos, sobretodo yo. Si pincháis sobre el título de la canción podréis escucharla.



Tantas cenas para recordar
mi sofá ya está en tu casa.
Los mensajes para no borrar
a las tres de la mañana.

Una música suena
cerca de mi memoria,
es locura transitoria
que me arrastra y que me eleva.

Tantos sueños para compartir,
la ilusión te pone guapa.
Los domingos vuelven a existir
y sus noches son más largas.

Una estrella me alumbra
si las velas se me apagan,
es la luz de tu mirada,
verde fuego, verde luna.

Anda, dime, no quiero insistir
te delata tu mirada.
¡¿Cómo contra voy a resistir?!
Lo mejor es que no vaya.

Todas las alarmas suenan,
toda la razón se calma,
cuando el corazón se ensancha
es bienvenida la pena.

Un secreto que me hace feliz,
ten cuidado con mis llagas.
¡¡Para, para, para, que te veo venir!!
¡Sigue, sigue, que me matas!

Una música suena
cerca de tu ventana,
se esconde bajo tu cama
la libertad, la libertad con que sueñas.

Una reina y un pobre de mí
que no aprende nunca nada.
Un payaso con su cicatriz
y una dama que le salva.

Esta música guarda
la esencia de nuestra historia,
cuando más nadie nos oiga
nos pondremos a escucharla.


Un futuro que no tiene fin.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Maratonianos

Que conste que en lo deportivo no me considero maratoniano, tan solo he terminado 2 maratones, que es bien distinto. Y si vierais cómo terminé la última coincidiríamos en que no tiene un mérito enorme. Soy un perfecto intruso en este mundo de mercenarios de los kilómetros. Pero me encuentro cómodo entre ellos y les admiro, sobretodo su voluntad. Para mí el deporte es una excusa social que me ayuda a cuidarme y sentirme bien.

Correr 2 veces la maratón de Sevilla me ha enseñado algunas cosas: 
  • Si no entrenas lo suficiente lo pasas mal al final, el famoso muro pasará factura.
  • La larga distancia pone a cada uno en su sitio.
  • El sobrepeso es un pésimo aliado.
  • No hay que ser Superman para terminarla, aunque sí para hacer un buen crono.
  • Lo más duro es, sin duda, el entrenamiento: constante, programado, metódico, progresivo e inamovible, nada que ver conmigo. Pero es sobretodo incómodo para el resto de la familia.
  • Mejor no subir ni bajar muchas escaleras el día después.
  • Lo más difícil es mantener una constancia hasta el final para poder llegar medianamente entero.
Este último punto es el más interesante y aplicable a cualquier tipo de propósito vital. Correr largas distancias te lo enseña una y otra vez. Es algo que Ingrid y yo creemos tener meridianamente claro en nuestra vida marital. Y así vamos funcionando, sin quemar todas las reservas de golpe, sin que estalle el volcán y nos reviente, sin fundirnos el amor hasta empacharnos, regándonos lentamente cada día la serena silueta de un cariño y respeto mutuo que para nosotros es sagrado. 

Somos más de susurros que de gritos (aunque a veces también gritemos), más de sugerencias que de evidencias (aunque a mí me encante ir en pelotas por mi casa), más de sonrisas que de carcajadas (aunque no rehuimos al descojone), mas de Beatles que de Rollings, más de mochila que de hotel (aunque los baños y los desayunos hoteleros nos pirran...), más de mac que de pc, más maratonianos que velocistas.

Buscamos en lo banal puntos de encuentro que nos ayudan a sentirnos en lo profundo y a fuego lento vamos puliendo una convivencia llena de pequeñas perlas cotidianas que nos mantiene juntos en la ilusión. Que bonita palabra esa, ilusión, y lo que cuesta reinventarla (¡solo escribirla me ilusiona!). A nosotros nos basta con un capítulo de The Killing, una tarrina de Häagen-Dazs (caramel biscuit & cream speculoos, ¡probadla!), un album de Fotoprix, unas fajitas o pizzas caseras, una sesión de aire de Sevilla o un abrazo en el momento justo para estar requeteilusionados y sentirnos perdices. 

Invito a quien le apetezca a que comparta en los comentarios a esta entrada las "joyas" particulares de su día a día, esos pequeños actos sublimes con que lográis reactivar vuestras propias ilusiones, aunque sean superfluos y pasajeros, instantáneas de vuestras vidas que os reporten buenas dosis de alegría, individuales o de pareja. Nos encantará leeros y nos ayudará también a sentiros, entenderos y estar más cerca de cada uno de vosotros. Porque seguro que si estás leyendo esto es que existe un vínculo importante entre nosotros que queremos refrescar. Sin duda una parte del éxito de una pareja reside en su entorno social (o la ausencia de él) y en cómo lo gestione cada uno.