domingo, 1 de septiembre de 2013

Maratonianos

Que conste que en lo deportivo no me considero maratoniano, tan solo he terminado 2 maratones, que es bien distinto. Y si vierais cómo terminé la última coincidiríamos en que no tiene un mérito enorme. Soy un perfecto intruso en este mundo de mercenarios de los kilómetros. Pero me encuentro cómodo entre ellos y les admiro, sobretodo su voluntad. Para mí el deporte es una excusa social que me ayuda a cuidarme y sentirme bien.

Correr 2 veces la maratón de Sevilla me ha enseñado algunas cosas: 
  • Si no entrenas lo suficiente lo pasas mal al final, el famoso muro pasará factura.
  • La larga distancia pone a cada uno en su sitio.
  • El sobrepeso es un pésimo aliado.
  • No hay que ser Superman para terminarla, aunque sí para hacer un buen crono.
  • Lo más duro es, sin duda, el entrenamiento: constante, programado, metódico, progresivo e inamovible, nada que ver conmigo. Pero es sobretodo incómodo para el resto de la familia.
  • Mejor no subir ni bajar muchas escaleras el día después.
  • Lo más difícil es mantener una constancia hasta el final para poder llegar medianamente entero.
Este último punto es el más interesante y aplicable a cualquier tipo de propósito vital. Correr largas distancias te lo enseña una y otra vez. Es algo que Ingrid y yo creemos tener meridianamente claro en nuestra vida marital. Y así vamos funcionando, sin quemar todas las reservas de golpe, sin que estalle el volcán y nos reviente, sin fundirnos el amor hasta empacharnos, regándonos lentamente cada día la serena silueta de un cariño y respeto mutuo que para nosotros es sagrado. 

Somos más de susurros que de gritos (aunque a veces también gritemos), más de sugerencias que de evidencias (aunque a mí me encante ir en pelotas por mi casa), más de sonrisas que de carcajadas (aunque no rehuimos al descojone), mas de Beatles que de Rollings, más de mochila que de hotel (aunque los baños y los desayunos hoteleros nos pirran...), más de mac que de pc, más maratonianos que velocistas.

Buscamos en lo banal puntos de encuentro que nos ayudan a sentirnos en lo profundo y a fuego lento vamos puliendo una convivencia llena de pequeñas perlas cotidianas que nos mantiene juntos en la ilusión. Que bonita palabra esa, ilusión, y lo que cuesta reinventarla (¡solo escribirla me ilusiona!). A nosotros nos basta con un capítulo de The Killing, una tarrina de Häagen-Dazs (caramel biscuit & cream speculoos, ¡probadla!), un album de Fotoprix, unas fajitas o pizzas caseras, una sesión de aire de Sevilla o un abrazo en el momento justo para estar requeteilusionados y sentirnos perdices. 

Invito a quien le apetezca a que comparta en los comentarios a esta entrada las "joyas" particulares de su día a día, esos pequeños actos sublimes con que lográis reactivar vuestras propias ilusiones, aunque sean superfluos y pasajeros, instantáneas de vuestras vidas que os reporten buenas dosis de alegría, individuales o de pareja. Nos encantará leeros y nos ayudará también a sentiros, entenderos y estar más cerca de cada uno de vosotros. Porque seguro que si estás leyendo esto es que existe un vínculo importante entre nosotros que queremos refrescar. Sin duda una parte del éxito de una pareja reside en su entorno social (o la ausencia de él) y en cómo lo gestione cada uno.




6 comentarios :

  1. sábado, 8 de la mañana (con estás niñas es lo que hay), todavía en la cama, todo el fin de semana por delante y ningún plan...

    ResponderEliminar
  2. Hola Pablino, ¿Quien eres? ¿Govantes?

    ResponderEliminar
  3. Una buena película que te pilla por sorpresa, descubrir un buen libro y olvidarte de todo lo que te rodea, escribir como un poseso, un buen plan con los amigos, un sábado por la mañana prometedor, un baño acompañado...

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Rafa por tus joyas, me encanta compartirlas¡¡¡

    ResponderEliminar
  5. ¡Melera!

    Te entiendo perfectamente. Jesús de la Rosa lo cantaba así :"del crepúsculo lento, nacerá el rocío".
    Ánimo y espero veros por ahí!!

    ResponderEliminar
  6. Mmm, una buena serie en el sofá, de estas series que luego te hacen pensar y suscitan debate con Javi... eso me encanta; ver a Javi jugando con los niños; una escapadita al cine, que tanto echo de menos, a ver una buena peli (antes de tener hijos, íbamos todos los fines de semana religiosamente), levantarme un poco más tarde una mañana, las carcajadas de Olivia y Leo (mis niños), un rato a solas con mis amigas, un abrazo en mitad del pasillo o en la cocina, una cena romántica. Uf, ¡miles de cosas! Mis pilas se gastan rápido y necesito recargarlas constantemente... Supongo que un viajecito las recargaría más tiempo, pero por ahora eso tendrá que esperar... Llevamos tiempo con la idea en la cabeza del intercambio de casas, así que me encantó leer vuestra experiencia.

    ResponderEliminar