sábado, 15 de febrero de 2014

Semillas al viento

En una cena de amigos, las pasadas navidades, mi amigo Rafa, visiblemente adulterado por bebidas espirituosas me riñó: "No puedes crear la expectativa de un Blog y luego dejarlo morir lentamente ahogándolo de aburrimiento por falta de posts". Desde entonces no pasa un día sin que pase junto a mi teclado, lo mire y sienta remordimientos por no ponerme manos a la obra. Aprendí hace poco el término Procrastinación y ahora me da la sensación de que todo lo Procrastino. Según la Wikipedia:  es la acción o hábito de postergar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras  más irrelevantes.

Hoy, por fin, me decido a desprocrastinarme a mi mismo y, en mi libre interpretación del término, eso significa hacer lo que me de la gana, lo que me apetezca y lo que me gusta, sin ningún tipo de excusa laboral o familiar. De hecho tengo montones de exámenes a mi lado por corregir al mismo tiempo que mis hijas saltan y revolotean en pijama por toda la casa reclamando de alguna manera mi compañía. Pero hoy me siento un príncipe porque estoy malito, no mucho pero algo. Como me suelo poner malo una vez por quinquenio, cuando caigo pachucho aprovecho para dejarme querer una vez más, pedir que me cuiden y abandonarme a mis placeres lúdicos por excelencia: música, escritura y, últimamente, viajes. (Realmente no me hace falta estar malito para que Ingrid me cuide, siempre lo hace y yo trato de corresponderla)

De un tiempo a esta parte se me ha reactivado el sueño adormecido de viajar, con el aliciente  estimulante de hacerlo con toda mi familia. Viajar 1 año por el mundo, ó 2, tal vez 3, con suerte 4, ojalá 5...sueño con muchos. Últimamente doy muchísimo valor a todo lo que tiene que ver con perseguir sueños posibles, con llevar a cabo una idea interesante, con actuar después de pensar, con desarrollar un pensamiento para que no sólo se quede ahí, esperando a que alguien lo rescate para llevarlo a cabo. Estamos desarrollando en familia la maravillosa cualidad de no esperar a que sucedan las cosas, simplemente ir por ellas, "ser el cambio que queremos para el mundo". Si surge una dificultad, inventar una solución; si sentimos un deseo trataremos de ir tras él, si tenemos un sueño actuaremos para que deje de serlo convirtiéndolo en pasado.

Viajar ha sido siempre la gran pasión de Ingrid y a lo largo de todos estos años ella ha ido transmitiéndome y acrecentando esta pasión dentro de mí. Hoy en día la necesidad de conocer gentes, otras maneras de entender la vida y el mundo a través de sus culturas, lugares, bosques, playas y ciudades... se está convirtiendo en una pasión-obsesión que más temprano que tarde hará levantarnos definitivamente hacia el resto del planeta. Francia, Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania, India, Nepal, Cuba, Noruega, EEUU, Marruecos, Venezuela, Costa Rica e Inglaterra nos parece un curriculum viajero demasiado insuficiente. Tenemos la enorme fortuna de sentir al unísono esa inquietud por salir a ofrecernos al resto del mundo. Y lo vamos a hacer. 

Alimentamos este deseo acercándonos a personas y familias que por diferentes motivos decidieron moverse del sillón, cambiar su vida acomodada, salir de su zona de extra-confort en busca de nuevas aventuras vitales. En realidad entendemos los viajes como búsqueda de nosotros mismos a través de los demás, convencidos de que todos nos necesitamos mutuamente. Salirse de uno mismo para entender otras realidades es una manera de acercarnos. No es una huida, es un viaje interior que nos divierte. Esa consciencia social nos ha llevado a libros y Blogs que a su vez nos han llevado a gentes. Y en algunos casos esto se ha traducido en amistad. El universo 2.0 nos ha permitido conectar personal y emocionalmente con personas que se mueven por países como si de semillas al viento se trataran. Todos coinciden en un punto: no hay más impedimento para el viaje que uno mismo y sus miedos. Superados éstos no hay causa económica, laboral, social, cultural, idiomática o familiar que se interponga entre el viajero y su itinerario (no hay destino definitivo para el viajero). Aquí os dejo algunos ejemplos:


Las pasadas navidades decidimos acompañar a la última de estas familias en su viaje a través de Marruecos, país recurrente en nuestra colección y maravilloso para entrenarse en la aceptación de diferencias. Para nosotros ha sido increíble poder vivir un trocito de la vida del viajero errante, adentrarnos en sus ritmos diarios y descubrir una amistad transatlántica desconocida. Jamás pensamos que pudiéramos tener tanto en común con una familia californiana que viene del mundo de las altas finanzas neoyorquinas. De alguna forma esto corrobora que todos buscamos lo mismo: sentirnos entendidos, respetados y queridos, estar con los demás, formando parte de un grupo en el que la identidad personal es un eslabón de una cadena humanitaria inasible. Podríamos reducir la vida a los sentimientos que cada uno de nosotros va experimentando a lo largo de su recorrido, no hay más certeza que la emoción con que vivamos las cosas. Todo lo demás (religiones, tradiciones, lenguas, sistemas políticos, manías, costumbres o incluso las culturas) son artefactos humanos locales que conviven en armonía con su entorno pero que no podrán jamás alejarnos de nuestra condición más primitiva e irrevocable: la de especie.

Combatamos pues, guerras, muros, miedos y hambres con las armas silenciosas del viajero: la confianza y los kilómetros. Cuantos más mejor. Así la memoria quedará llena de alegrías y de esperanza. Así no habrán más necesidades inventadas.