martes, 29 de octubre de 2013

Parar el tiempo de nuevo

Vuestras lecturas, comentarios, reflexiones, llamadas y agradecimientos en general, me animan mucho a mantener vivo este Blog. He decidido, puntualmente, suplir la falta de inspiración (y de tiempo) rescatando algunos viejos poemas, canciones, escritos, pensamientos...justo cuando las musas desaparezcan. Con motivo de la entrada anterior recordé que hace años escribí un poema con ese mismo y recurrente título: "Parar el tiempo". Nada original, por otra parte, si atendemos a la obsesión humana por detener de un modo u otro nuestros relojes vitales. 

Me ha servido para desempolvar viejas carpetas, rebuscar entre amarillentos manuscritos, ojear folios mecanografiados hace ya casi 20 años, tratar, en vano, de recordar las emociones que me llevaron a aquellas escrituras...y por fin encontrar el poema que estaba buscando y que ahora comparto con vosotros. Es la poesía la que me ha traído hasta aquí y me encanta contribuir a la nueva era digital donde las cosas se comparten sin más, sin esperar nada a cambio. Trueque emocional.


Parar el tiempo:

Hoy la mañana es triste,
el verbo llora.
Y lloran los libros, con sus lágrimas de letras,
bajando lentamente por la tez enrojecida
de cada página. 

Llora mi madre, apoyada la cara
en su mano, que es mi orilla también,
y el murmullo de gentes y mañana soleada
llora igualmente a través del cristal,
marco de historias.

Sigo siendo la ciudad y su aire,
la mirada a lo lejos,
la paz serena y vestida
de quien no mide el tiempo.
Ayer se fue el tiempo,
definitivamente,
y el "jamás" de los enamorados
voló con él.
Se fue la muerte, el pasado gigante,
y ya no quedan segundos para mí,
tú me los robaste
uno a uno,
y yo fui yéndome con ellos
de forma perentoria
porque, al igual que todos,
yo también era tiempo.

¿Saben las horas cuánto duran?
¿Sabe acaso el ayer su pretérito significado
más allá del trágico adverbio que es? 

Llevo en la mano un río
que no atiende a nombres ni apellidos,
tan solo a la cadencia de su mundo
estrecho, diáfano, fugaz.

Los días trascienden con los sueños,
encajando como piezas de puzzle de un gran juego.
Si pudiera, al menos, ser
una de esas piezas...
ausentes de duración, de leyes,
difuso entre páginas azules del futuro,
atemporadas.

Ignorante, inmóvil, anual,
yo ya no temo,
porque soy inmóvil.
Yo antes era tiempo
y ahora soy,
simplemente,
su estatua.




2 comentarios :

  1. Respuestas
    1. Si, parece que estaba triste...sin embargo, cuando lo leo, me da serenidad. Será el momento vital...

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